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Rey de Socos

jueves, 7 de junio de 2007

VIRGEN DE ANDACOLLO

La historia de Andacollo es la de su Virgen y sus yacimientos de cobre y oro. Situado en el fondo de una quebrada, a 55 Km. al SE de Coquimbo y con una altura de 1.053 msnm, su origen es anterior a la llegada de los Conquistadores. A mediados del siglo XV, los Incas dominaron el territorio chileno hasta el río Bio-Bio y explotaron, entre otros, los ricos minerales de la zona coquimbana, Andacollo y Marga-Marga.
Por orden de Pedro de Valdivia, el capitán Juan Bohón fundó la ciudad de La Serena en 1544, cuatro años más tarde se sublevaron los indios de Copiapó y destruyeron la ciudad matando a todos los españoles con excepción de dos. El capitán Francisco de Aguirre reconstruyó la ciudad y pacificó los valles vecinos.
La voz Andacollo deriva del quechua Anta-Coya, que significa "cobre-reina". En este pueblo se encuentra la milagrosa imagen de la Virgen María que con tanto amor se venera año tras año, a través de los bailes religiosos, llamados "chinos", "turbantes" y “danzantes".
El presbítero Juan Ramón Ramírez recoge la tradición popular que asigna a un minero indio el encuentro de la imagen: En compañía de algunos familiares, el indio andacollino buscaba leña en la montaña cuando al desgajarse un gran pedazo movedizo apareció, medio oculta, una pequeña estatua de madera toscamente labrada, de tez morena de gracioso rostro.
Manuel Concha, en su libro "Tradiciones Serenenses", escribe sobre el hallazgo: 
"Cierta noche, un indio viejo dormía, con aquel sueño pesado del que ha trabajado sin descanso durante el día, en una de las catas de su amo, cuando notó que la mina se había iluminado súbitamente, y que la luz aumentaba en intensidad ... A poco, un punto más luminoso, que parecía el foco de aquella clara y dulce luz, principió a cambiar de forma, a tomar consistencia material, a delinearse algo que parecía un objeto flotante, una cosa impalpable. 
En seguida, oyó clara y distintamente, una vaga pero comprensible voz que le dijo: "Existe una gran riqueza a pocos pasos de ti; busca entre los peñascos más altos que se encuentran en la planicie que se extiende sobre tu cabeza. ¡Anda Collo!" Cesó la voz y la luz se extinguió. A la noche siguiente, se volvió a renovar la visión, y la misma voz dijo: "Tuyas serán las riquezas. ¡Anda, anda, Collo!!"
"Preocupado en exceso, dio cuenta a su amo de lo que había visto y oído. El español, en relación al indio, no vio otra cosa que el logro providencial de sus deseos: "¡Anda y descubre esa riqueza, pero como te vengas con las manos vacías te he de cortar las orejas!". 
El indio Collo partió, y a poco regresó trayendo entre sus brazos el busto de madera de una virgen toscamente esculpida. "Este es, pues, según la tradición, que no se apoya en documento alguno, el origen de la Virgen de Andacollo".
La primera imagen de la Virgen que se menciona en los relatos anteriores, no es la que se venera actualmente, ésta desapareció misteriosamente. Debido a que la capilla se encontraba sin imagen, perdió su advocación a la Virgen del Rosario y pasó a llamarse parroquia de San Miguel. Para recuperar su título, el párroco, Don Bernardino Álvarez del Tobar, inició una colecta entre los indios y vecinos, que reunieron la suma de 24 pesos y encargaron una imagen de bulto a Lima, que llegó a comienzos de 1676, y después de conseguir con la autoridad eclesiástica que el Arcángel San Miguel abandonara su puesto en honor de la Virgen del Rosario, la imagen fue bendecida el primer domingo de Octubre de 1676. 
No existe constancia de los favores concedidos por la primera imagen. Todos los milagros, algunos canónicamente aprobados, son obra de la venerada imagen adquirida en 1676.
Además de la simple ramada que cobijó a la primera imagen, el culto a la Virgen María ha originado la construcción sucesiva de cuatro templos.
A fines del siglo XVI le erigió una capilla el cura doctrinero Juan Gaytán de Mendoza. En 1676, con motivo de la llegada de la segunda imagen, el párroco Bernardino Álvarez de Tobar le levantó otra Iglesia. Un tercer templo se construyó por orden de Don Manuel Alday, obispo de Santiago. Por último, la gran basílica, asombro de visitantes y devotos, inaugurada el 25 de Diciembre de 1893, fue obra de los obispos: Don José Manuel Orrego y Don Florencio Fontecilla. Los planos fueron diseñados por el arquitecto italiano Eusebio Chelli.
Los milagros de la Virgen de Andacollo y del Niño Dios de Sotaquí, son conocidos en todo Chile y en el extranjero. Si se hiciera una crónica de de todas las gracias concedidas por la Madre de Dios y de su Divino Hijo, daría tema para un libro. 
Ya en el año 1748 y con motivo de la visita que hizo al santuario don Manuel Alday, obispo de Santiago, escribía un cronista: "Esta soberana Virgen acredita su augusto patrocinio y la confianza que en Ella tienen, con notables, frecuentes y recientes prodigios que se cuentan como curaciones repentinas de males envejecidos e incurables y aún de muertos resucitados".
Los bailes que durante tres días (24-25-26 de diciembre) se presentan, constituyen la gran atracción de la fiesta. En contraste con la variedad de danzas y comparsas que acuden a la celebración de la Virgen del Carmen en la Tirana, el 16 de Julio de cada año, muchas de las cuales son de origen peruano o boliviano, Andacollo defiende la pureza inmutable de sus tres bailes: chinos, turbantes y danzantes.
El baile chino es, sin duda, el más antiguo, exótico e interesante. 
Está formado por mineros que representan a los primitivos indios que veneraban a la Virgen. Su extraña y bárbara coreografía no acepta paralelo con ninguna danza folklórica europea. Visten los colores de los cerros nortinos: marrón, azulino, violeta o rosado. Pantalones anchos o cortos, adornados en la parte inferior con encajes y lentejuelas. 
Calzan zapatos u hojotas. Medias gruesas del mismo color del traje. En la camisa, llevan bordados un ¡Viva la Virgen!, el nombre del bailarín, pájaros y flores. 
El cinturón es ancho, de fantasía, con adornos de cuentas azules, verdes y rojas. Sobre las caderas penden los amplios culeros de cuero de los antiguos apires, adornados con espejitos y piedras de colores brillantes. 
Cubren sus espaldas con grandes pañuelos de fantasía. Por lo general, van descubiertos. Algunos se cubren con morriones o boinas tejidas. Los bailarines más antiguos usan casacas y pantalones de terciopelo. 
La danza consiste en una serie de saltos atléticos que inician con el cuerpo doblado en cuclillas. Saltan sobre un pie y después sobre el otro. Tan pronto se les ve en el aire como en el suelo. Se acompañan al ritmo de tambores de cuero y flautas de caña que emiten sonidos cortos, lastimeros y cadenciosos.

Fuente: www.geocities.com/catolicosdechile/andacollo.htm

2 comentarios:

oscargatica dijo...

memo, saludo de un mantino, ovallino, tambien tengo una pag.www.oscargatica.blogspot.com. linda tus palabras saludo desdfe la tierra limarina

DIAGUITA dijo...

HOLA OSCAR:
Gracias por postear. Me he dado una vuelta por tu blog y me he deleitado con la variedad de fotografías expuestas. De manera especial, me han cautivado las fotos del Ovalle antiguo, sin duda, un acierto. Felicitaciones!
Un abrazo
Memo